Mi estadía en el ártico no solo me permitió ver las auroras boreales, sino también otros fenómenos que están totalmente infravalorados. No solo hablo de aquellos cielos rosados o violáceos que aparecen durante la noche polar, sino también las nubes polares estratosféricas.
Aún más escasas que las auroras boreales, estas nubes polares son un verdadero fenómeno excepcional debido a las condiciones extremas necesarias para su formación. Son formaciones de cristales de hielo que aparecen en la troposfera a una temperatura que ronda los -80°C.
Durante mis dos temporadas trabajando en Laponia, pude verlas numerosa cantidad de veces. Este y los otros fenómenos que aparecen en el cielo del ártico fueron para mi bendiciones que me hicieron sentir uno de los seres más afortunados del planeta. De tanto mirar el cielo sosteniendo mi teléfono para intentar sacarle fotos, me pregunté cómo habrían interpretado en el pasado todos estos signos y qué explicación les habrían dado.
En este sentido, me pregunté también si los antiguos habitantes de esta tierra lo habrían visto como un augurio positivo o negativo. Hoy en día, las auroras boreales o las nubes polares estratosféricas son considerados como representaciones de la belleza natural que nos rodea. Su aparición solamente nos trae satisfacción y felicidad y la posibilidad de compartir un relato con nuestros seres queridos. Con la adopción del paradigma científico, sabemos cómo se forman aquellos fenómenos y nuestra civilización no necesita construir un relato mítico para explicar su origen.
Sin embargo, es bien sabido que en el pasado, muchas civilizaciones interpretaron los fenómenos en el cielo como augurios del destino que no siempre eran positivos. Muchas veces, los cambios repentinos en el cielo fueron interpretados como señal de un gran cambio a nivel colectivo. Estas explicaciones míticas eran difícilmente cuestionables y el hombre miraba constantemente al cielo en busca de respuestas.



La simbología del cielo en el Ragnarök
Las civilizaciones antiguas veían en el cielo un reflejo de la voluntad divina. En la tradición judeocristiana se menciona la existencia de ciertas “señales en el cielo” como preludio a una serie de catástrofes. En la mitología nórdica también se habla sobre el Ragnarök, es decir, el fin del mundo. Este estaría acompañado por cielos en llamas y otros fenómenos anómalos en el cielo.
Según estas civilizaciones, el Ragnarök es el destino final de los dioses y la humanidad, donde el cielo se llena de señales ominosas. Muchos fenómenos descritos coinciden con los que se producen en el área de Laponia, sobre todo durante el invierno. Se habla de un sol que oscurece, un invierno largo que parece interminable y de estrellas que caen del cielo.
En este sentido, podemos pensar que las nubes polares podrían evocar la imagen de un cielo totalmente perturbado. Su aspecto inusual y casi sobrenatural llevó a que, en épocas de incertidumbre, se apreciaran como presagios de crisis o transformación.
Nubes polares y el cambio climático: un nuevo apocalipsis
Otro fenómeno que me llamó la atención es la diferencia en la frecuencia con la que estas nubes aparecían el año pasado y este. Mi primera temporada en Laponia, entre noviembre del 2023 y marzo del 2024, pude verlas solamente dos veces. Esta temporada, ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que salimos emocionados a la calle para sacarles fotos a estas nubes.
No solo fui yo la que se dio cuenta de esta diferencia, sino también mis compañeros que llevan acá más de tres o cuatro inviernos. En este sentido, me pregunté si estás nubes podrían, como en el pasado, ser un presagio de una catástrofe en el sentido moderno de la palabra. Tal vez ya no hablamos del fin del mundo en un sentido literal, sino de otro tipo de cambio que podría afectar a todo nuestro planeta.
En la actualidad, el aumento en la frecuencia y visibilidad de las nubes estratosféricas está vinculado con el cambio climático. Estas nubes son mas frecuentes debido a la creciente presencia de vapor de agua en la atmósfera superior, un efecto que está relacionado con la actividad humana.



Para muchos, este fenómeno es una manifestación visual del impacto ambiental del ser humano y una advertencia de las consecuencias del calentamiento global. Desde una perspectiva simbólica, estas nubes pueden verse como una nueva versión del “cielo en llamas”. Esta vez, no por intervención divina, sino como resultado de la acción humana sobre el planeta.
En este sentido, no hay una explicación mítica ni apocalíptica, sino un motivo puramente racional que da cuenta del abuso que los seres humanos perpetuamos sobre la tierra. La próxima tragedia que se avecina no es el fin del mundo, sino un cambio irreversible que tendrá consecuencias que tal vez no podemos ver.
Conclusión
El paradigma moderno nos permite elaborar una explicación racional sobre lo que ocurre en el cielo. De esta manera, ciertos fenómenos celestes como la aparición de las nubes estratosféricas, han perdido su significado mitológico y han adaptado uno científico. Ahora sabemos que estas nubes no son un presagio de una catástrofe que se avecina, sino que son producto de la formación de partículas de hielo en la estratósfera.
Sin embargo, la posibilidad de elaborar una explicación más racional no elimina la posibilidad de interpretarlos como signos negativos. Hoy en día, sabemos que no representan la llegada del apocalipsis, pero que su aparición reiterada es una consecuencia directa del abuso que perpetuamos en nuestro planeta.
Otra cosa que me gustaría resaltar, es el hecho de que la racionalización de este fenómeno no ha anulado su belleza. En este sentido, tal como nuestros antepasados, todavía podemos mirar al cielo con asombro y sentirnos atraídos a él. No tenemos que crear ya un mito para explicarlo y para darle un sentido último y poético, sino que somos capaces de admirarlo por lo que es: un fenómeno natural.
Por último, a pesar del proceso de secularización y el hecho de que habitemos un mundo que no da lugar a la magia ni a la mitificación, es importante señalar que el hombre nunca dejó de mirar al cielo en busca de respuestas. En este sentido, no hemos abandonado nuestra esencia. Seguimos siendo seres que se rinden ante la inmensidad del universo y que buscan respuestas en algo mayor, sea la ciencia o las estrellas.
Si te interesa saber más sobre la vida en el ártico o sus fenómenos naturales, podés también visitar mi artículo sobre la Noche polar en Laponia.
Muy explicativo para gente que tiene ganas de saber del tema. Muy bueno seguí así me encanta lo que escribís!!
gracias por leer y por comentar! 🙂