Asia

Bangkok: Entre lo Sagrado y lo Profano

Bangkok, la vibrante capital de Tailandia, es una ciudad de contrastes donde lo sagrado y lo profano conviven de manera casi natural. Entre sus increíbles templos budistas y sus calles repletas de bares y clubes nocturnos, la ciudad refleja la complejidad cultural de un país que ha sabido equilibrar su tradición religiosa con una industria del entretenimiento para adultos que es famosa a nivel mundial.

Durante mi primer viaje por el sudeste asiático, visité la ciudad tres veces y cada oportunidad fue distinta. En un primer momento, me resultó de lo más caótica y bulliciosa ya que fue la primera ciudad a la que llegué en Asia. Pero, la segunda y la tercera visita me permitieron ver otros matices que el caos inicial no me había permitido ver. Con el pasar de los días, el ruido de los tuk tuks dejó de molestarme y dejé de escuchar tanto bullicio a mi alrededor. 

Fue entonces cuando pude observar contrastes que me parecieron de lo más interesantes. El caos de las bocinas y los gritos mezclados con el silencio que se guardaba en los templos para meditar. La convivencia entre la modernidad, representada por los rascacielos y los shoppings, y la antigüedad, encarnada en los templos. La divergencia entre la pobreza que aparecía en los cientos de mendigos y en las casitas destartaladas y la riqueza representada por autos lujosos y aquellos edificios que valían millones. 

Pero, lo que más me sorprendió, fue la total aceptación de los lady boys y de las prostitutas dentro de una sociedad tan tradicional, marcada profundamente por los valores del budismo. Durante el día, en el transporte público o en un lugar tan común como el Seven Eleven, pude observar la perfecta convivencia entre los monjes y los lady boys, que coexisten sin ningún tipo de fricción.

El Budismo: El lado espiritual de Bangkok

Tailandia es un país profundamente budista, y en Bangkok se encuentran algunos de los templos más impresionantes del mundo. El Wat Phra Kaew, situado dentro del Gran Palacio, alberga la mística imagen del Buda Esmeralda, una de las figuras más veneradas del sudeste asiático. Otros templos icónicos como el Wat Arun y el Wat Pho son puntos de peregrinación tanto para locales como para turistas que buscan un respiro de paz en medio del caos urbano.

Los valores budistas están principalmente encarnados en la figura de los monjes, que vagan por Bangkok y otras ciudades tailandesas. Sumamente respetados por la sociedad, representan el lado más espiritual de Tailandia y alientan a seguir prácticas como la meditación y el desapego material.

Cada mañana, antes del amanecer, los monjes realizan la ronda de limosnas (tak bat), caminando descalzos por las calles mientras los fieles les ofrecen comida, lo que simboliza la interdependencia entre los monjes y la sociedad. A cambio, los monjes ofrecen bendiciones y orientación espiritual. No pueden poseer bienes materiales, manejar dinero ni comer después del mediodía, enfocándose en una vida de simplicidad y desapego.

El budismo Theravāda, predominante en Tailandia, enfatiza la práctica individual de la meditación y el cumplimiento del Noble Óctuple Sendero para alcanzar el nirvana. En muchas familias tailandesas, es común que los hombres pasen un tiempo en el monasterio como monjes novicios, ya sea por unos meses o años, para acumular méritos y profundizar en la doctrina. A través de su vida austera y su ejemplo, los monjes no solo buscan su propia iluminación, sino que también sirven como guías espirituales para la sociedad, preservando las enseñanzas de Buda y transmitiéndolas a las futuras generaciones.

Sin embargo, esta espiritualidad coexiste con una cara más mundana de Bangkok: su célebre vida nocturna, la prostitución, el alcohol y las drogas. 

La Industria del Entretenimiento para Adultos

Bangkok también es conocida por sus distritos rojos, como Patpong, donde bares de luces neón, boliches y espectáculos eróticos forman parte del paisaje nocturno. La prostitución, aunque técnicamente ilegal, está ampliamente tolerada y se ha convertido en un atractivo turístico en sí mismo.

Fueron numerosas las oportunidades en las que me encontré con hombres blancos de mediana edad cenando con chicas tailandesas que apenas superaban los veinte años. En estas situaciones, ni una sola vez hubo problemas para ellos. Los monjes caminaban a su alrededor como si nada estuviese ocurriendo.

Dentro de esta industria emergen figuras emblemáticas como los ladyboys, personas transgénero que desafían las nociones tradicionales de género en la sociedad tailandesa. Muchos de ellos trabajan en clubes nocturnos o en el sector del entretenimiento, y su presencia se ha convertido en parte del folclore urbano de Tailandia. Pero, no solo los encontré en las calles repartiendo folletos para promocionar los Ladyboys shows, sino también en el supermercado o en un café. 

Por no hablar también de los Ping Pong Show, espectáculos nocturnos en los cuales un grupo de personas se centran alrededor de mujeres que disparan objetos con la vagina por un precio que ronda los treinta euros. Al ser ilegal, la forma de promoción está un poco más disimulada que en el caso de los shows de lady boys. Caminando por Khao San, muchas veces escuché el sonido de lo que parecía una sopapa seguido de “Ping Pong” por lo bajo. Pero sin fotos, sin explicar de qué se trataba. A los que se detenían a preguntar, les decían que los iban a llevar a otro lugar recóndito para presenciar el show. 

Otro hecho a mencionar es la legalización de la marihuana y la venta de alcohol en todas las ciudades de Tailandia. Debido a que los principales consumidores de estos productos son los viajeros occidentales, los precios son bastante altos para los estándares asiáticos.

Reflexión Final

Bangkok es un espejo de las contradicciones humanas, un lugar donde la búsqueda de lo espiritual y lo terrenal se entrecruzan sin conflicto aparente. Esta mezcla se percibe no sólo en relación con la polarización en sus definiciones, sino también con la diversidad que constituye su población. No solo está habitada por tailandeses, sino también por europeos o estadounidenses que quieren alejarse del mundo occidental o personas de países limítrofes. En las calles, muchas cosas están en tai pero también en inglés, siendo una ciudad bastante inclusiva y amigable con los extranjeros.

Por otro lado, creo que el afán de explotar el turismo en Tailandia es lo que fomenta estos dos extremos. Para algunos, es un destino de meditación y trascendencia; para otros, un paraíso del placer y la indulgencia. Muchos viajeros llegan para hacer retiros de meditación y acercarse al budismo, pero otros llegan para divertirse. El turismo sexual es también importante para la industria, por más bizarro que nos parezca la coexistencia de las prostitutas con los monjes en el mismo espacio. 

Creo que Bangkok, con sus contrastes y matices, es una ciudad que no se deja encasillar y que sigue vibrando con una energía única. Donde el incienso de los templos se mezcla con el humo de los bares y donde lo sagrado y lo profano son, en última instancia, dos caras de la misma moneda.

Si te interesa el Budismo en Tailandia, podés visitar mi entrada.

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